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Sustancias extraordinarias: de la próstata al estómago
Kurzrok R. y Leib C., de la Universidad de Columbia, en el año 1930, descubrieron que el líquido seminal humano, al entrar en contacto con la mucosa uterina, determinaba la contracción de esta última. Poco tiempo después, Goldblatt M. en Inglaterra y von Euler U.S. (Premio Nobel 1970) en el Instituto Karolinska, demostraron que estas sustancias eran activas en muchos otros tejidos. Fue von Euler quien denominó “prostaglandinas” a estas sustancias, por haberlas encontrado en primer lugar en la próstata.

Estudios posteriores revelaron que estas sustancias en realidad las producen las membranas celulares de casi todos los órganos del cuerpo.
Por lo tanto existen muchos tipos diferentes de prostaglandinas, aunque todas derivan de una molécula llamada ácido araquidónico. Tienen como característica principal la de funcionar como “hormonas de acción localizada”. De hecho, ejercen sus efectos específicos en los mismos tejidos que las producen, con funciones muy diversificadas, a veces contrapuestas.
Por ejemplo, una de ellas, llamada tromboxano A2 (presente en partículas que circulan por la sangre, llamadas plaquetas, destinadas a formar coágulos en caso de lesiones de los vasos) favorece la agregación plaquetaria y la vasoconstricción. Otra prostaglandina especialmente importante es la prostaciclina o PGI2 (presente en la pared de los vasos) que actúa de forma contraria al tromboxano A2, inhibiendo la agregación plaquetaria y favoreciendo la vasodilatación. Por último vale la pena mencionar el hecho de que otras importantes prostaglandinas están implicadas en la transmisión del dolor y en el desarrollo de la inflamación: su inhibición, de hecho, constituye la base de la acción de muchos fármacos antiinflamatorios/analgésicos. Es interesante observar que muchos de estos fármacos también inhiben otras prostaglandinas que en cambio están destinadas a proteger el estómago.
fuentes
- Sterpellone L. Dagli dei al DNA. Antonio Delfino Ed. 1992